Día Internacional de la Danza y la realidad ineludible de la transición profesional

Hoy se celebra Día Internacional de la Danza desde que fue establecido en 1982 por el Comité Internacional de la Danza del Instituto Internacional del Teatro (ITI). Esta fecha conmemora el nacimiento (en 1727) de Jean-Georges Noverre, bailarín y maestro  considerado el creador del ballet moderno.

Artistas de todo el mundo lanzan mensajes expresando lo que para ellos y ellas supone la danza. Para Ohad Naharin, coreógrafo, director artístico de Batsheva Dance Company, creador del movimiento GAGA, «bailar es estar en el momento. Es escuchar las sensaciones permitiendo que esa escucha se convierta en la esencia de todos los sentimientos, formas y contenido». «Tu cuerpo empieza antes que tú mismo y es el lugar de todos los rituales que te pertenecen. Cuando escuchas tu cuerpo a través de la danza, escuchas también los cuerpos y los bailes de seducción y celebración de tus antepasados y tu especie», explica Marianela Boán Coreógrafa, bailarina y maestra.

Durante el último año la situación de los profesionales de la danza parece haber dejado de ser invisible y haber entrado en la agenda política española. La aprobación de la PNL sobre Transición Profesional y la constitución de la subcomisión del Estatuto del Artista del Congreso de los Diputados constituyen dos hitos importantes en este proceso de análisis, reflexión y elaboración de propuestas dirigidas al conjunto del sector cultural español y, en concreto, a uno de sus colectivos más vulnerables, el de las bailarinas y bailarines. Pero no es suficiente, es un tema que está dentro de la agenda europea Horizonte 2020, por lo que debería ser una prioridad para los Gobiernos de la Unión Europea.

Porque detrás del escenario y el brillo de los focos, existe una realidad profesional y vital llena de sombras y, en general desconocida: el 57% de nuestros intérpretes no consiguen empleo en el sector; de aquellos que sí trabajan, más de la mitad no supera los 3000 euros de ingresos anuales y solo el 8,17% ingresan más de 12.000 euros al año. En este escenario, las mujeres sufren una tasa de desocupación 6 puntos por encima de los hombres.

La transición profesional es una realidad ineludible en la carrera profesional de bailarinas y bailarines y los programas de transición no son un lujo, sino una necesidad para éstos, para el sector y para la sociedad porque permiten retener talento y capital humano, que los profesionales de la danza continúen contribuyendo al sistema y a su sostenibilidad y son una herramienta que contribuye a la consolidación de un sector en lucha contra la precariedad y la exclusión de sus intérpretes y compañías.

Desde EQUO siempre se ha considerado la necesidad de ampliar el apoyo a los sectores vinculados a la creatividad cultural, ya que suponen un importante activo de transformación democrática, social y económica.